martes, 23 de febrero de 2010

Segundo piso

Tan sencillo como ir al micro tono que resguarda tu no mirada. Esa que se perdía entre luces por las entrañas de la ciudad. Respiramos al unísono las venas mal formadas por concreto desdeñado.

Olvidé tu nombre y gritaste piedad. Dijiste haber comprendido, dijiste haber guardado, dijiste todas las mentiras que pudiste para que no me quebrara.

Hoy todos pasan, hoy mi cabello se enreda en sus dientes, guardas los restos para ese mañana que nos aguarda.

Porque sé que cuando me rompo tu acomodas las piezas. Porque a ti no te nombro eso que ha roto mis medias. Porque me guardo inevitablemente, y aún tengo la caja con ese jazz que me enseñaste.

Y es que sigo pintando la azotea.

miércoles, 17 de febrero de 2010

disfraz

Horrible espectáculo ante un espejo que perdía las esquinas -¿Quién es esa que me mira?- disimulo la sonrisa y descubro surcos que no son míos, esa otra mujer me ha cubierto entera, me ha dejado en ascuas.

Apenas si podía pronunciar una palabra, te reías y me asustaba. Me hice pequeña y grande un millón de veces bajo la mesa.

Dejé de pensar y entonces caía poco a poco.

Esa bella sensación de no querer nada más – cuando lo que se tiene por unas horas es todo y nada- dejé de escribir cuando lo tomé en serio.
Dejé de pintar cuando comenzó a salir bien.

Me dejo a la deriva cuando sé que mis pies son débiles.

Unas medias rotas bajo la cama son el único testigo de eso que pasó mientras no pasaba nada.