Tan sencillo como ir al micro tono que resguarda tu no mirada. Esa que se perdía entre luces por las entrañas de la ciudad. Respiramos al unísono las venas mal formadas por concreto desdeñado.
Olvidé tu nombre y gritaste piedad. Dijiste haber comprendido, dijiste haber guardado, dijiste todas las mentiras que pudiste para que no me quebrara.
Hoy todos pasan, hoy mi cabello se enreda en sus dientes, guardas los restos para ese mañana que nos aguarda.
Porque sé que cuando me rompo tu acomodas las piezas. Porque a ti no te nombro eso que ha roto mis medias. Porque me guardo inevitablemente, y aún tengo la caja con ese jazz que me enseñaste.
Y es que sigo pintando la azotea.
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