martes, 30 de septiembre de 2008

dicen que así comenzó




Ahí estás otra vez, apagas el despertador y estiras las sábanas como si el tiempo fuese en ellas. No, estás acostado sobre tu cama y el día grita desde la ventana. Tratas de escucharte y solo llegan palabras complicadas que no te dicen nada, ah pero eso si, suenan sencillas y te quiebras. Eres un costal de quejas, un burdo mazacote de hastíos cobardes. Reniegas de los otros, todo el tiempo te quejas de lo que hay, de lo que no hay, de lo que puede haber, ¡carajo! Me tienes cansado. Todo es dar vueltas y más vueltas, ¿por qué mejor no te agarras los cojoncitos de una buena vez y te sientas a mover tu vida?
Detesto tu arrogancia, tu jodida presencia, detesto cada uno de tus argumentos muertos en la lengua, no soporto tus delirios de grandeza, que te comes el mundo y no tienes el valor ni de cruzar la frontera. Porque vives en retén, por que te dedicas a las visas, las checas una y otra vez para detener, para impedir.
Y escucho como te late el corazón cada vez más fuerte, y veo como se dilatan tus pupilas con el camino, en el punto de fuga donde se explotan todos tus retornos. Sabes bien que perteneces a la rueda, que te vas en la posibilidad.
Seguridad.
Confianza.
Mañana.
Porvenir.
Seguro Social.
Pensión.
Una buena vejez.
Explícame de una buena vez para que chingados quieres todas esas cosas, no eres un viejo, no te dejas ni siquiera ser un joven, entonces ¿en que puta atemporalidad vives?
Y ahí vienes tú, arrastrándote entre tus ideales, te sirven en recuerdo.
No te atreves, no has saltado todavía, hazlo, corre y estréllate pero de una buena vez, apuéstate, desnúdate.
En tu sociedad enferma de palabras, enfermos de enfermedad, todo esta jodido, todo está mal, no, falso, no es cierto.
No todo está jodido, no todo está tan mal.
¿Por qué se ha muerto el amor? Llego la preocupación, todos pre- ocupados todos pre-viendo, todos pre-sintiendo. Todo es antes y al final no es nada, porque no llega, porque se queda congelado para los buenos tiempos, que ya llegarán y tu tendrás un buen sillón dónde descansar.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Fuga


Anoche tuvo una pesadilla terrible, era su casa, otra casa, algo se celebraba, su cumpleaños quizá. Ella tocaba un piano de cola hermoso y era buena, muy buena. Tocaba para si, pero el, como buen engreído que es creyó que tocaba para que se acercara y así lo hizo. Sentado a su lado comenzó a embarrar los torpes dedos en su música, estrujo las notas como si fuesen suyas, siempre las creyó así. Y en el banquillo de los acusados la imputó de amarle, la tomó por el cuello y besó como si aún sintiese nada, metió los dedos por su garganta y bombeó su corazón, lo obligó a latir, a recordar. Terror disfrazado de ensueño, borró el tiempo y trajo el hoy, fue entonces cuando apareció ella. Ella la de encías gigantescas, ella la de cabellos oscuros, ella tan blanca como tus pecados, ella tan puta como tu miseria. Se acomodó entre los dos y él la dejó entrar, la tomó por igual como si sus labios fuesen simples semillas a repartir, y ahí se dio entre dientes podridos, dio pedazos de si, asquerosos y añejos trozos de fatuo.
Corre, corre y sal por la puerta, no puedes seguir aquí, algo quema por dentro, hablar es imposible la lengua ha traicionado, el cabrón la despedazó. Corre por que si no te quedarás petrificada cual estatua de recuerdo, como el pasado pontificado en reflejo. Las escaleras se cimbran a tu paso, la tierra se abre, pierdes la fuerza, te van a tragar. Por primera ves no lo quieres tras de ti, por esta vez es el irte lejos lo que buscas, una lacónica soledad es lo que persigues, si te llama volteas, es un dardo que conoce perfectamente el blanco, se ha postrado cuantas veces ha querido, esta vez no, esta vez te vas derecho, tus oídos se zurcen, tus labios mutilados, no hay lengua que sostenga palabra alguna.
Abatió las nostalgias y se fugó al horizonte, allá donde la tierra se confunde con el cielo, allá donde la montaña cubre todo el fuego.
El sigue esperando en el piano que las notas cobren vida, sigue pensando en ojos encendidos por ímpetus compartidos. Nada más funesto que los veintes a destiempo, ya han bailado, conocen los pasos… los pasos los guardan ellos.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Yo lo digo, tu lo piensas, el lo hace.






Ayer fue mía, casi completamente. Quise explorar la jungla que habita a mis pies, el me acompañó, lo hace cauteloso y en silencio, sé que está a un par de metros míos, tengo la condenada tentación de correr hacia el y dejar mi ruta, pero no, el no quiere eso, el solo me quiere observar ahí atracito, sin ruido, si me paro se para, si corro corre, si me siento se espera, no está para ser conmigo, es solo un testigo.
Mi calle la juega suya, mis pasos su mapa, no para estar, solo para ser.
Hoy fue mía de nuevo, me fui directito a Puebla, ya había ido con la maestra, cobraron facciones, viajé bien lejos, hasta la revolución y después. Los tranzas siguen siendo tranzas, las putas siguen siendo putas, pero no todo esta caótico, hay pasiones, hay orquestas, hay chelo y camisas desabotonadas. La pasión y furia con movimiento sigue en algunos ojos, cuando me topo con ellos no puedo dejar de verlos, dónde más me gusta toparlos es en el espejo.
Hoy los encontré y no puedo esconderme, me persiguen como tlacuaches, ahí vienen, quieren que los voltee y me coma la furia, tengo que correr, ya no aguanta la silla, ya no aguantan mis pies, ahora corro por todos lados, brinco entre los árboles, se acabó la expectación, me fue útil, he de confesarlo, pero ahora camino como si supiera a dónde quiero llegar, y eso no lo sé, Kavafis me dio alguna idea, creo en su Itaca, la llevo como bandera, será la mía en todo caso, será tu Sierra.
Y entonces cada aruño me parece tan pequeño, hay lugares que te escupen recuerdos, pero ni esos son ya, no son intactos, nada lo es, ¿Cuáles son las ganas entonces?
De nuevos lugares, de nuevos arañazos, de nuevos elotes en la plaza. Todos los libros que me faltan por devorar, a veces creo que no he leído nada, absolutamente nada y eso me da una sed, porque lo que he leído ha sido suficiente para clavarse como una de las mejores adicciones por las que he pasado. Por eso no me gusta como escribo, porque aún no escribo como he leído. Porque soy mucho más lectora que escritora, porque gozo del devorar a los otros, de masticarlos noches enteras y rumiarlos hasta que me resulten conocidos. Jamás.
Los míos los abrazo con cuidado, para que sientan mi cariño, para que cada olor que despidan me guarde como su costumbre, porque son millones los que se me presentan, porque soy infinita ante ellos, y solo las tijerillas me acompañan, solo ellas entran, su casa es mi cabeza, vamos por un ezquite.

lunes, 22 de septiembre de 2008

cuando no alcanza




Hoy puedo dejar pasar muchas cosas. Puedo hacer como que no ha pasado nada y date toda la cordialidad que cabe en un saludo. Puedo también tragarme los reproches al fantasma que has dejado y en cambio preguntarte del trabajo, la familia y tus enfermedades. Sé que tu no dejas pasar nada, tu no tienes otras dudas, tu no juegas a ser cordial, siento la jodida sinceridad de tu cotidianeidad, si, esa donde no quepo, esa dónde están todas las demás y ninguna.
Esta noche quisiera dañar todos y cada uno de mis lóbulos, darle el jugo a la ciencia y ganarme mi bien merecida amnesia, para encontrarte algún día en alguna calle y no saber quien eres, para no traer tu olor para ser con la más pura belleza indiferente.
Puedo soportar muchas cosas, arranques, silencios, alejamientos, separaciones, más silencios, corajes, risas, tus sudores. La única cosa que no puedo tolerar y esa si necesito dejarla bien en claro, es que tu fantasma ronde por mis sueños, que atormente mi estómago, que selle mis letras. No puedo dejar pasar ni un minuto más con tu jodido eco retumbando en mis manos.
Los domingos solían ser placenteros, hoy mis palabras son huecas. Las escucho así, no dicen nada, porque me he sellado por dentro, porque no tengo cómo decirlo, porque sigo tocando este piano de letras a ver si encuentro la respuesta y no viene nada, solo la nausea de mis recovecos. Doy vueltas y vueltas y cuando topo con algo solo es conmigo, ya no estás ni para decirte que no estés.
Hoy hay pan con cajeta, no es domingo pero está en la mesa. Se lo comerán las moscas, yo estaré muerta.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Carne


Estos espacios que ahora resultan tan conocidos, tan familiares.
Esos árboles que susurran lo añejo.
Somos el espacio, el espacio nos dignifica, define lo que erramos y constituye lo que desertamos.

Un pasaje continuo, la certeza del día siguiente, el día siguiente en un lugar, en un horario.
¿Cuántos años habrá podido soportar el hombre sin el tiempo?
Horarios, secuelas, recursos, miedos.

No estamos aislados, incluso en soledad, el otro representa el vacío.

Si he de tratar la sinceridad podría asumirla justo en el filo de la cordura, donde se combina lo esperado con lo obtenido, lo deseado con lo soñado.

Escucho pasos y volteo al encuentro, no, no es para mi. Me volteo de nuevo.
Que alguien me salude, que alguien me nombre, me de existencia.
No hay nadie, como una adicta, me envuelvo en las conversaciones, esas que no se dirigen a mí, soñando con que estoy en ellas, soñando bien despierta, lo despierta suficiente para que duela, para que hiera.
No soy nadie frente a ti, una más que se sienta por ahí.
Tú lo eres todo para mí, anulándome frente a tu silencio, me evoco una vida, un recoveco.

Si me preguntas mi nombre, si es que te dignas a preguntarlo, no podría responderte.
Te imagino preguntándome, los imagino a todos, nadie lo hace, yo solo imagino.

Siento que algo cala en la espalda, siento que no te importa.

Piedra y tierra, esa debería ser la constitución del hombre, para destruirla, para removerla.

No, el hombre es de carne y la carne suda, sangra, se quema, se degrada, pero está, siempre está, hasta ese dulce instante en que se quiebra y no responde más, ese dulce momento en que deja su función y pasa a la estática, no es más, se evapora frente los insectos.
Eso si tengo, carne, mucha para violentar.

Veo un viejo con su café, fumándose un cigarrillo, sueño que lo fuma por mí, en memoria de mi, nada de eso, fuma por que así lo quiere.
Tanto es el tiempo que he pasado deseando que esa mirada sea para mí, que ese llanto sea por mí, que los gritos me evoquen, que los silencios me añoren.
Nada, mi imaginación y nada más.

Pero bueno, al menos me quito los pelos de la lengua, esa degradada y perforada lengua; me los quito para mostrarte, aunque no te importe, aunque no lo veas, eso que no soy más.

Te acabo de hablar, me adueñe de tu fuego, un instante nada más, pero fue mío.
Viejo amigo de mis sentidos, te he visto, te he olido, te he buscado, he escuchado como acurrucas a tu mujer, la acurrucas a la distancia, con tus palabras, con tu ternura; no es para mi, no la quiero, no necesito nada ya.

El humo te va calando, te rascas la garganta, voy notando todo y tú, por supuesto, no tocas nada.

Somos muchas escribiendo aquí, no soy yo, ni es ella, tal vez sea él, no se bien a bien que es lo que teclea estas líneas, no sé si me interese conocerlo. Bendita ignorancia.

Ahora ríes. No es por mí.



Mujer de Sal


Fue un instante, ese demoledor momento en que acaricie tu piel y ya no eras, no estabas más.
¿A donde te fuiste? ¿Quien te arrebató de mí?
No hay nada menos deseable que estos labios cansados de fallar...
¿En que chispazo de adrenalina se te fue escapando la vida?
En que momento te sumergiste en ese torbellino...
¿Por que te arrastras cuando lo quieres es volar?
Si es que dices haber visto al fin con claridad, deja entonces esa repugnante máscara atrás...
Si el miedo era sentir, sentir de más, ahora el horror se encuentra entre tus dedos, entre tus recuerdos, sabiéndote desierta, encontrarte empeñada en la necedad, perdida en tu propia oscuridad, no encuentras más que párpados contraídos tratando de olvidar, mejillas resentidas buscando perdonar.
¿A quién querías engañar?
Oscuras noches se convierten en silenciosas cómplices de culpabilidad, murallas de juguete se derrumban frente a ti para dar paso a incontenibles cercos que ahora no puedes negar.
El juego te comió.
Sintiendo que no sientes más.....transformada en una mujer de sal.
Asqueada por fétido olor que fue capaz de despedir la realidad, llena de esa verdad nauseabunda que te acosa por detrás.
Te vas, te disuelves, te esfumas así nada más.
¿Quien te va a extrañar? ¿Quien te va a llorar?
Que eso no te preocupa, es verdad, pero dime entonces mi mujer de sal...
¿A quién le llorarás?

(escrito en el 2005)

martes, 16 de septiembre de 2008

Esporas




Mis manos también son grandes. Mi cabello también es oscuro. Justo cuando voy a saltar por la ventana se postra, fiel compañero de tardes. No tiene que hacer nada, solo detenerse por un instante, y entonces gritaré en silencio. Mis ojos bien abiertos, grandes como tus miedos. Los colores vuelan a su lado, en nuestro día se fue a quedar. Me arrojaste por un escusado lleno de excusas, se abrió la cama y ahí caí yo. Hoy el ventarrón anunció, mis sueños me perseguían, tu rostro arrancándome a tirones la espalda. Ella se queda, ella es tuya, tu eres de ella, le perteneces, son uno solo. Mis ojos grandes no bastaron, mis piernas fuertes te cansaron. Su boca bien cerrada, la mía gigante tragando toda la añoranza que dejaste. Hay tardes que propician el recuerdo, pero lo tuyo es una avalancha, me llevó y estoy aquí, tirada en el medio de la calle, ya ni siquiera hay lágrimas que puedan ayudar. –Suficientes cicatrices- dije alguna vez. De esas que ves y no te duelen, de esas que recuerdan cuando ardió.
Firmas con su rostro y destruyes mi nombre. Soy un extraño que rondó entre tus memorias, hoy es un buen día para morir, todos lo son.
Sé que pudo haber sido una casualidad, quizá ni recuerdes que día es el que te digo, y quizá eso sea un tanto peor, porque desde anoche he soñado con los fuegos que encendieron nuestras frentes, una casetera en repetición, y yo ya dejé de saber si lo que quiero es la película o solo tirarme en el sillón. Tengo una caja lista para explotar, todos tus nombres, todos tus cuerpos, todos tus olores. Salto de mi balcón y corro entre las piedras, mis pies se destrozan pero mitigan otros dolores. No quiero zapatos, quiero tierra y cristales, que mitigue, que calme.
Tenías pavor de que esto pasara, pues pasó. Hoy te vas, buen día para callar.

viernes, 12 de septiembre de 2008

sueños


La bella Italia...Olivetti

AU REVOIR

QUIERO BRINCAR QUIERO CORRER QUIERO MI BICICLETA QUIERO NADAR QUIERO GRITAR QUIERO LLORAR QUIERO REIR.
LA JAULA DURÓ 30 DÍAS NO MÁS.
ME VOY, SIEMPRE ME VOY.ME IRÉ EN MAYÚSCULAS Y ASÍ CELEBRARÉ ESTE DÍA EN QUE VOLVÍ A MI. ESCRIBIRÉ DE ENTRE LAS MONTAÑAS, LLAMARÉ A LOS VIAJEROS CON CANTOS SILENCIOSOS. NIEVES DE GARRAFA PARA MI. CANASTA FUERTE PARA MIS FRUTAS. NOS VAMOS MI QUERIDA MIEL.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Hammond 1

Un piano de palabras.

Cuidados paliativos


Es un segundo, una fracción de instante en que te crees capaz de transgredir lo que te venga en gana. No, no violentas nada ni a nadie, solo tu respiración, lo que te hace callar y permanecer como una estatua, porque si te mueves te rompes. Todos los pedazos que sabes tienes a punto de estallar, ahí estático, que no se muevan, que tiemblen porque se termina todo. No puedes pensar en que quizá justo ahí es que comience, cual fénix. Simulacros bien acomodados, horarios específicos, rubras repletas de vacío. Pasas de una a otra, de voz en voz, no hay nada, escuchas sonidos de ave, no hay nada que te atrape. Los planes son interminables, el viaje no ha comenzado y tus maletas pesan ya. Los cajones desiertos, las caderas frías. Hace tanto que te fuiste que cuesta recordar el momento de la despedida. No tuviste los cojones para decir adiós, no te quieres despedir de lo seguro, no quieres desarraigar lo esperado. Pues he aquí una noticia, no, no tienes nada seguro, no tienes ni un pedazo de piel contado, eres tan volátil como estas palabras que se pierden en sonido. Son ya tan distintos, uno justo arriba del otro, por orden de aparición, así también se han retirado. Todos tienen prisa, la fatiga que llega y arrebata los alientos de la mañana. No son tan terribles después de todo. Tengo el poder de parar el ruido y comenzar el tiempo, una inyección de fluido rosa puede hacer cada parpadear más ligero. Lo recuerdo, era algo casi indispensable, y ese casi es el que me tiene aquí recordando que solo fue un hueco. Un estornudo de momentos –salud-.
Salud para los pasos firmes, ¡Salud! por el encuentro. -Salud, que Jesús te ayude- así recita la oración.
No es nada grave, solo fue un resfriado. Gracias doctor, puedo volver a descansar.

Fugas


En mi cajón guardo esta imagen. Cuando no puedo más lo abro y la observo.
Me digo en secreto – algo más, todo es por algo más-. Y entonces cierro el cajón y puedo continuar.
Hay imágenes que ayudan a pasar una tarde de papeles. Ante solía ver fotos cuando un momento así llegaba, ahora veo un mapa. Santiago está ansioso por partir, yo más por tenerlo en mi espalda. Tiempo al tiempo mi querido cómplice, tiempo al tiempo y volarás.
No le conozco y ya me deja respirar. Sé que te voy a amar.

Avisos casuales

Un montón de archiveros y archivos viejos, mujeres y hombres mitad hombre mitad máquina. Desde que puse pie en tierra detesté la libertad, la supuesta definición de libertad,osea un millar, y aunque así fue sabía que era de gran ayuda e inspiración para muchas cosas y por eso le guardo su respeto. Esta tarde encontré algo aún peor,en una pizarra decía lo siguiente "La libertad no es hacer lo que se quiere, es hacer lo que se debe". Sentí una opresión en el pecho, dejé de escuchar,no podía respirar ahi adentro, entonces voltee a mi alrededor y sentí el grillete en mi pie, tuve que correr, mis botas huyeron lejos, hasta el patio principal. Vi a mi cómplice y sonreí. "Hacer lo que se debe".

Pro duc ti vo
Pro duc ti vo
Pro duc ti vo
Pro duc ti vo
Pro duc ti vo

¿¿Te lo aprendiste carajo?!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Lo que se escurre


Me desmorono en un parpadeo. Trato de jalarme a tierra y no lo consigo, un hilo sostiene mi pierna, mi pierna es todo lo que quedó, me he fugado. Mutilada visión de lo anhelado, ahí voy entre los árboles, soy eso que ya no se pudo sostener, eso que revienta por dentro. Soy el sudor de todos los hombres cansados, los gritos de las mujeres que ya no pueden tocar más su piano. Escribo como si hiciese música, escribo con la garganta palpitando. Detesté los gerundios desde que me los enunciaron. Cuando escribo bailo y bailo sola, como tu cuando vas al baño. No hay punto que sostenga esta idea, quiero mi maquina, letra de acero, quiero el tecleo y el dulce sonido de lo imborrable. Quiero que las palabras se queden como jeroglíficos. Seré lo imperdurable. Te veo ahí mi Olivetti de sueños, escucho tu sonido, estoy sin pierna, estoy contigo. No necesito caminar más, desde aquí puedo ir a dónde no he llegado a escribir. Dejo de ser mujer, dejo de ser lo que tu quieres que sea, solo somos ella y yo. Yo frente a ella, no me borra, no se arrepiente, no me anula. Es tan pesada que no puede dejar este escritorio, la luz se atenúa pero mis velas son compañeras. Llego hasta ti, vuelvo a ti, vuelvo al sur sin tangos. Vuelvo a tus ojos, desde la jícara hasta tu jacal, estamos las dos, me observas con tus ojos demoledores, hablas otra lengua, sé que compartimos el país pero tu mundo es distinto. Siento tu roce, mi cabello es tu provocación, la nariz fría al imaginar tu rostro. Tu boca es grande, tan grande que no puede decir nada. Te quiero lejos, te quiero cerca, hablamos con las manos, tus faldas esconden pudores impuestos, eres mujer de tierra, eres solo una niña, y yo soy un indefenso animal a tu lado. El imperio de tus silencios me domina, y me empuja a traerte aquí. Sé que no te quisiste despedir, tras las tablas me observaste como un conejo que espera ser cazado. Y yo voy tras de ti, te tomo por los brazos abro mi boca para no decirte nada, no importa lo que vocifere, no lo comprendes. Entonces me callo y comienzo a mojarte, te baño con mis ojos, me acuñas en los tuyos. Embutes el temblor de mis manos, esto no lo escribo para ti, no lo entenderías, serían un montón de formas mal acomodadas. A ti tendría que dibujarte, no te alcanzo, estas distante, eres lo más parecido a un secreto que tengo. Tenía sed, sed de esta música que solo en suspiros de madrugada podría mostrarte. Quiero volver, quiero sentarme en tus sillas de enanos, meter la mano al fuego y sonreír a tu lado. Ten cuidado, soy un animal sediento de tu sorpresa, soy un animal que se alimenta de almas como la tuya, las bebo y me las guardo, esta noche tenía sed y he bebido de ti, no te has dado cuenta, sé que duermes, en tu mundo la noche llega muy pronto, el día comienza oscuro. Sé que existes, te veo en mi vientre, lo tocabas con sorpresa, yo acaricié tu cara, me la guardé, tu nombre no se los regalo, tu nombre lo llevo como himno de paz.

martes, 9 de septiembre de 2008

No más pollo por favor.

Bata blanca, adecuada para la institución, un abismo entre los dos. Ella realizó la pregunta de rutina –Hola, soy fulana de tal…- poco importa quien sea de hecho, una bata más.-…y estoy aquí para hablar contigo un rato-. Sus ojos no se despegaron de la pared, era su punto de fuga, su silencio en la cama.
-¿Quieres hablar?-
-No-
Y entonces ella se quedó en silencio, nada la movería de esa silla, a menos que el lo pidiese, y no, no lo pidió.
Sin verla comenzó ha hablar, dijo que le dolía todo, como era evidente en un cuerpo vendado de pies a cabeza.
-Yo me puse a limpiar el tractor, y entonces el muchacho se terminó su cigarro y pues lo aventó-. En cuestión de segundos cada venda cobró sentido, ocultaban un cuerpo con cenizas, un cuerpo al rojo vivo, con la carne despierta y el corazón adormecido. Sus padres trabajaban en el otro lado, el vivía con su tía, la retórica tragicomedia mexicana del día a día.
Ella, que quizá puedas ser tú o todos nosotros, se quedó en silencio, escuchando cada cansada palabra. Tenía trece años y su voz era la de un anciano cansado, postrado. No se puede abrazar, no se puede tocar, el abrazo puede ser la peor tortura, entonces se toma con la mirada, se acaricia entre silencios, eso sería lo romántico, ella solo escuchó.
Juanito era el nombre, tantos hay en tu México y el mío, pero para ella el es él Juanito, Juanito de mirada apagada, Juanito de voz cansada, Juanito de cuerpo caliente, Juanito en llamas.
El recordaba el fuego, recordaba como lo apagaron, si, “lo apagaron”, como un objeto, como un ente brillante, sabrá Dios que más le apagaron, que más le quemaron en ese tractor.
Platicaron otro rato, en ese cuarto solo eran ellos dos, la gente teme ir con “los quemados”, como si fueran una especie de monstruos, cómo si te quemaran en cuanto los ves. Y lo paradójico es que quizá si lo hagan, porque cuando hablan de su fuego encienden el tuyo, y no de una manera musical, es literal.
Ella no pensó en si, solo escuchaba a Juanito y seguía cada palabra como conjuro de verdad, la verdad entre almohadas.
Juanito quería volver a correr, quería que ya no le doliera tanto porque no podía dormir bien, y sobre todas las cosas quería unas flautas del centro, porque ese pollo desabrido nomás no ayudaba nadita.
Tan sencillo era ir a comprárselas, tan sencillo estar todos los días, tan sencillo acompañar el dolor para mitigar el propio. Pero no, no se trata de eso, se trata de escuchar.
Sus ojos comenzaron a chocar con los de ella, una mirada lacónica, la mirada al fin.
Juanito habló de sus sueños, de los de la noche anterior y de los de años atrás. Quería ir al otro lado para chambear mucho con su papá y que su mamá ya no se mortificara tanto. Hubo un momento en que el sonrió y con sus aceitunados ojos se postró en los de ella. Sostener una mirada como la de el es un privilegio, pensó.
Llegó la comida, pollo de nuevo, arroz, gelatina, y un agüita de jamaica. En realidad no se veía tan malo, pero el no quería bocado. La enfermera se tuvo que ir, ella lo alimentó, no era su función, ah porque eso si, de funciones estamos llenos hasta el copete. Tomó el tenedor y poco a poco lo alimentó, algo se movió, algo dolió. Juanito terminó de comer y tenía sueño, a dormir,- vas a estar bien Juanito-.
-Voy a estar-.
La gente dice que en los hospitales viejos como este, se pueden escuchar los fantasmas que vagan por ahí. Muchos no saben que en lugares así no hacen falta los fantasmas, porque entre las sábanas están los fantasmas que se obligan a vivir. Y ellos son los que se quejan por las noches, cuando no es necesario aguantar el dolor por la pena de gritar.
Ella salió esa tarde como todas las demás, algo dolió, Juanito existió.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Oraciones para noches de calor


Soy masa oscura, gota de sudor. Soy el dolor que llega a tu espalda por la tarde. La uña que se quiere quebrar y solo duele cuando se mueve. Se han divertido anunciando sus peligros, no saben que el peor esta justo frente a ellos. Soy dura, un bloque de acero frente tus miedos, me arrastro entre tus compasiones. Te comprendo, te escucho, te alimento, todo para no matarte, todo para no mutilarte. No te comprendo, no te escucho, no te doy nada, absolutamente nada. Son solo trozos de mierda entre los dedos, son solo huecos unidos como cadenas, una cadena de falta tras falta.
Los encierro entre las cajas, los saco a pasear, me disfrazo de dama lista para vomitar.
Sonrío con esta boca que tanto disfrutas, muestro mis dientes duros, de animal. Te exploto con mis abrazos, te desmenuzo con los besos. No siento nada, no eres ni el más mísero pelo que cuelga de la lengua. Puedo bailar contigo toda la noche, puedo dejar mis pasos en cada uno de tus poros, puedo ser tu infierno, puedo ser tu verdugo. Soy la sangre caliente que corre por tu nariz, no importa cuanto polvo busques solo llegaré yo y ahí estaré para arrancarte los ojos, para masticarlos lento como algo placentero.
Caricias rancias que no saben a nada, hastío en los hocicos reventados de falsedad.
Grita, grita porque no escucho todas tus mentiras. Déjame reír en tu frente, recuéstate en mi regazo así será mas fácil morderte. No, no puedo morder, no puedo tocar, me das asco, tu olor es nauseabundo, tal como lo recuerdo.
Una mujercita bien, educada, hecha y derecha, piadosa, de confiar, de respetar, de dar, de ser, de estar, de dar, de ser, de estar, de dar, de ser, de estar, de dar, de ser, de estar, de dar, de ser, de estar. -¡Al carajo, al carajo tus oraciones y tu jodida piedad-.
Una pútrida imagen de dientes oscurecidos y ojos amarillos. Lo enfermo se puede oler, y tanto tú como yo apestamos los adentros. Se me está cayendo un ojo, se esta rodando entre mi boca, puedo tragarme todo lo que vi, puedo corregir y no seguir.
Y mi cuerpo es perfecto, la unión de todos tus pecados, la visión de mis milagros. Piel, mujer, mentira, cansancio.
Porque soy de fiar, soy segura, soy atenta, soy cuidadosa. Y tú que te piensas malo, tú que te pintas de marrón, que te escudas con un falso caparazón.
Y eres tan tibio, tan sencillo que el bostezo llegó.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Leyendas de cocina


Solía ser un misterio. El violento diafragma anunciaba el disparo. No había nada que ver, todo se guardaba en una caja oscura, inasible. No tenías imagen hasta pasado el tiempo, un papel, quién sabe si te habían robado el alma, quien sabe si te la otorgaron.
Hoy aún es un arma, solo que no la había padecido. Sé que tiene un objetivo, dispara sin parar, no es mera casualidad que se le diga disparo. El sonido me envuelve, el espejo me seduce. Una caja de narcisismo en tus manos. Utilizas mi imagen, me envuelves con ella, me la ofreces como fruta fresca y yo la tomo con precaución. Sostienes el arma, tu dedo en el gatillo, el disparador, sonido, luz, me voy. He dejado de estar para ser papel, para ser color, para ser lo que tú inventas que soy. Entro en trance, dejo de verte y comienzo a escuchar, ese sonido que me hace desear otro más y destazar tu memoria.
-¿Puedo tomarte unas fotos?- O mejor será decir que tomas lo que quieres y yo desaparezco.
Asesino, creador.
Silencioso elixir el de la imagen, lo conoces, lo manejas, lo envuelves como natural y es que así se te da. En cuanto la tomas ya no distingo donde comienza tu mano y donde termina ella. Juntas une folie à deux.
Y estamos en rito, puedo ser un escarabajo que se mueve lento, trepo por tu cocina y las cucharas se caen. Soy el jerarca de tu crema de cacahuate. Mi cetro es tu desnuda mujer. Comienzo el baile bajo tu sol artificial. Cuando prometo algo lo cumplo, y sé que te cumpliré, porque mi palabra es peso, mi palabra es aceite denso por la sangre. Caliente inyección de opiáceo, así se escurre mi decir por tu barbilla.
Nos hablamos en reflejo, dos extraños postrados en el patio, y puedo acariciarlo ahí, solo en la imagen. Y tú puedes bailar conmigo ahí, dónde no lleguemos a tocarnos. Un cristal a medias para fundir el quizá. Nuestra piel, tan lejana ya, que nos postramos en tu lente. Ahí se inventan todos los posibles. Hoy soy niño a tu lado, brincamos entre tus pedazos de estrella, veo como los tragas, yo cierro los ojos para saltar y me voy, me voy lejos, hasta la torre ficticia. Tú bailas en el borde de la barda, no sé si quieres saltar, tu baile es indescifrable. No te has dado cuenta, yo también tengo un lente, lo guardo en el medio de los ojos, disparo sin cesar, no hago ruido, soy un tanto mas sigilosa que tu.
Y el niño con el que juego no es el hombre que recuerdo, y la niña que te muestro no es la mujer que escondo. Porque tu eres tanto más mujer que yo, porque yo guardo la virilidad del sexo en los ojos. Porque no hay figura, porque somos una masa en movimiento, porque esta noche te tengo en mi lente, porque esta noche te llevo indescifrable, porque soy un tanto más lejano y ahí te conservo inmutable.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Porque todo necesita un nombre





Me he escondido todo este tiempo narrando lo ajeno, lo que poseo a través de los otros. Hoy necesito escribir en primera persona y mostrarme a medias. Necesito escribirme para reconocerme, de repente me fugo por el reflejo, veo un rostro pero no es el mío, es imprescindible que lo refleje aquí, si no, me quedaré como la pesadilla de los muertos, la pesadilla del vampiro, ese que no se ve más.
Y bueno, un fluido rosa siempre es buena medicina para estos casos. Lo bebo despacio para que pase por cada uno de mis órganos y me recuerde que estoy aquí.
No recuerdo bien el día ni la hora en que vendí mis palabras. Quitando dogmas y agarrando otros, como primate por la selva, voy de liana en liana soltando uno y tratando de convencerme que el otro es mejor. Al menos el simio sabe que es su recorrido, yo lo dudo todo el tiempo.
Doy la espalda a la ciudad, sé de su belleza pero hoy la detesto. Prefiero el gigante escondido, las nubes y yo tan cómoda, soy tan jodidamente cómoda. Me quejo de lo que no tengo, me revienta lo que tengo, o será simplemente que yo desde hace rato ya quiero otra cosa. No se decir bien a bien que es, solo sé que es otra cosa, y me da miedo conocerla, me da miedo estar así porque sé que no habrá vuelta a atrás, si decido tomar ese velero no podré volver, solo recordar.
Me iré por el mar, porque es a lo que más miedo le tengo, a estar en medio de la nada, pero la tierra ya me ha dado tantas nauseas que las mareas y sus mareos no pueden ser peores.
Será quizá el inicio de la semana, será eso y nada más. Me digo frases al oído para convencerme, alguien tiene que hacerlo, mi lengua.
Hace unos años que la perforé y ahora lo oculto, no lo uso más, yo necesito esa perforación, no es solo un hueco, es el hueco que yo elegí, carajo si ya tenemos tantos en el alma, esa alma de la que ya te he contado si es que me importas, esa jodida alma de roquefort, por que carajos no labrar el mío.
Cada región es distinta, los adultos nacen de distintas maneras, uno cree que cuando se dilata suficiente el sexo de la madre es cuando llegas, pero no, llegas más de una vez a este mundo y te postras de distintas formas. Mi forma me repudia.
Una presa en contención, esperando, aguardando el momento para fugarse.
El disfraz de cada mañana, yo siempre he detestado el maquillaje, si, de acuerdo, tiene sus beneficios, resalta una que otra cosa, pero al final oculta, oculta el rostro, y lo peor no es que lo oculte a los demás, ellos ven lo que quieren con o sin el. Pero tú, en ese espejo, devastado cual payaso, con vestidos y pastas que no son tuyos.
Quizá sea el lunes. O quizá sea la lucidez. A veces me gustaría dejar de pensar como si escribiese, porque tengo que correr a la pluma, al aparato, tengo que correr a sostenerme, a parirme.
No quiero prender eso todavía, llegará el momento, lo sé. –Un sueño mayor- me digo y me repito- todo es por un sueño mayor-. Al menos tengo eso, no dejo de soñar, pero cuando despierto lo vivo en pesadilla, porque lo oculto, lo guardo entre mis papeles, junto a los suyos.
Siempre deseé un escritorio, y ahora lo detesto. Deseo aún, pero el mío, el que tendrá litros de café, el que guardará palabras al aire, el que cubrirá estos abortos nocturnos.
Recuerdo cuando era joven…brillaba como el sol.
No cito, soy eco.