lunes, 31 de agosto de 2009

tv

Prometo no volverte a insultar, eres mi favorita.

Prometo no volverte a escupir, lo prometo con la mano en el sexo para que valga de algo.


Te he maldecido tantas veces ya. Tus ojos destilan miseria. Te necesito, te necesito como se necesita lo que no se recuerda.


. . . me encanta apaciguar las tripas encendiéndote.

Me encanta que me mientas y te cagues de risa en mí. Compraré ese jabón.

. . .soñé que despertaba
. . . nadaba en sudor.

martes, 25 de agosto de 2009

Tren

El sonido del tren es uno suplicante. Sonido y punto.
Hoy se escucha así.
“que me parta el tren” o mejor aún “que te parta el tren”.
Que nos parta a ambos y entonces, rotos, quizá podremos encontrar.
Quedar como un bulto por la mitad. Nunca fui eso que te hace falta, conmigo lo tienes ya.

Hoy quisiera, en angustia, como tren, ser eso que te parte.
Quisiera faltarte, dar un salto y perderme en el desierto. Que buscases mi rostro en todos y reventaras en hueco. Solo así, solo así podrías ver esto que quiebro.

Nos veo como una fotografía, los demás son personajes secundarios, si están o no, poco importa. Todos los rostros o ninguno, solo manchas en el papel.
En cambio tu, a ti te observo al dedillo. Las arrugas que se forman en el borde de tus ojos, la barba incipiente que dibuja la línea de tu rostro. Cada una de las venas de tus manos. Caminos encontrados.
Lo evidente también lo sé. La consistencia de tu piel, delgada como papel. El olor que solo se amotina por debajo de tu cuello.

Si, de los labios prominentes y el par de lunares también sé. Al inicio es una belleza sencilla, accesible, no se distinguen aún los colores de la piel.

Si estoy aquí como loca describiendo todo esto es porque no sé donde acomodarlo, nuevamente. He abierto los cajones y revuelto todo, eso que ya tenía ordenado.
Ahora pierde pies y cabeza, lo tengo todo entre las manos.
La muerte del elefante, la bella muerte del elefante. Justo cuando se creyó libre, justo cuando tuvo puerta abierta para hacer de su elefantica vida lo que quisiera se perdió.
La vista se cansa, se nubla.
No hay autocompasión.

Ella, como siempre, lo nombra. autosentencia



si, quizá la más bella que tengo.



no todo es auto. auto. auto. auto.



ahora te escucho entre zumbidos.


quizá es lo más puro. me guardo, no por él, con el que sea me guardo porque quiero ver pronunciarse tus arrugas en mis manos.

lunes, 24 de agosto de 2009

Aún.

El hilo del papalote está enredado en tu dedo del pie.

. . .aún no.Hay palabras que se quedan retumbando todo el día.

. . . y hay eso que no tiene nombre, que se ha quedado merodeando, cinco dedos tengo en una mano.

Todavía me queda otra mano y ambos pies. Prisa no hay.

jueves, 20 de agosto de 2009

Una visita inesperada

Hacía frío, la tormenta se llevó la luz. Las escaleras se rompían a los pasos, tenía que salir, tenía que ver si estabas por llegar, el ruido de los coches se confundía con mis pensamientos.
Cuando me vuelvo con las llaves listas veo que la puerta quedó abierta, la puta desidia de hablar al cerrajero, la puta desidia de colgar esos viejos cuadros, la puta desidia que me ha invadido desde hace tres años.
Gordo, casi calvo, usa unos pants ochenteros de un verde espantoso, el color más feo que he visto hasta entonces, voltea y me ve con esa cínica risa en la cara, como un perro puede oler mi miedo, yo pienso en esto y sé que no debo tener miedo (que joda más grande temer y pensar en no temer) se acerca y mis piernas se paralizan, quiero irme, tengo que irme, no puedo quedarme ahí, a él no le importa nada.
¡A tomado el departamento! Corro al pasillo esperando encontrarte, quedamos en ir por un café, no importa que sea la media noche, siempre podemos tomar un café.

Bajo corriendo las escaleras, el viene tras de mí, ha violado ya todos los departamentos, a lo lejos veo a la señora del siete, está tirada en el piso con la andadera a unos cuantos centímetros –¡este hijo de puta!- la quiero ayudar, pero no puedo, me tomará a mi también. Que se lleve todo, que se lleve todo, que se lleve todo. No, a mi no, a mi no me toca.

-No debes tomar taxis en medio de la noche, esta ciudad es una traidora- Si, más traidor que mi cuarto no puede ser. Tomo el primero que se para -¿A dónde la llevo señorita?- pregunta distraído el taxista, hasta eso con cara de “bonachón” –Lejos, lléveme lejos por favor, a un Seven Eleven, el de insurgentes está bien-.
Los semáforos dejaron de funcionar, no hay caos. Sé que llegarás.

domingo, 16 de agosto de 2009

Cicuta

Son las 14:07 horas. Voy camino a ese lugar que no quieres nombrar. Pasó el mareo. Se ha estabilizado el avión.
Prefiero el despeje y el aterrizaje, me fascina ese mareo. Así se siente cuando estoy a punto de decir lo que de antemano sabes.

No me gusta que digas su nombre, no quiero que lo recuerdes. El tampoco fue.

Trata de estacionarte en mi ciudad, no hay esquinas.

En la servilleta perfectamente doblada, junto a los cacahuates y el agua mineral (La señora de al lado voltea “a ver las nubes” pero sé que está leyendo lo que es nada más para ti).

…. Tengo una lista de razones por las cuales no estar:

- No es tiempo ( como si existiese tal cosa)
- Nos conocemos demasiado (lo suficiente para negarlo).
- No te quiero lastimar (o mejor dicho, no podría soportar que me hirieses).
- Porque lo nuestro es una sinfonía, violines y chelo.

Eres un acetato que no podría escuchar a diario, eres ese sonido suave que acompaña el primer minuto de la mañana, estirarlo sería convertirnos en ruido.

-¿Te cortaste el cabello?- preguntaste viendo mi cuello.
-No, es que hoy me peiné- te dije tratando de ocultar la vergüenza. ¿Vergüenza de que?

Somos tramposos, cuando digo “ustedes” gritando “tu” entre líneas. Cuando dices “todas” y enciendes el cigarro.

Porque podemos hablar de todas nuestras muertes, de la mierda, de lo etéreo. Ni un abrazo más de lo necesario, justamente lo necesario. Para que la piel sea frontera, para que no me desborde en un beso.

Con el pie como papalote, me sujeto.

sábado, 15 de agosto de 2009

secretos de azotea

Alguna ocasión fuiste grunge. Un par de converse, las cuerdas rotas.

Hoy lo roto no se exhibe, lo roto te lo guardas.
Pides tres porque dos ya no es suficiente. Ni tú, ni ella, ni eso. Nunca fue suficiente. Lo suficiente es lo que te tuvo al borde de la línea, esa de la que quisiste saltar tantas veces.

-No escucho las letras- No, tu no escuchas letras. ¿Has aprendido?.

Las frías mañanas. Tienes el sutil encanto de flaquear mis piernas con una frase.
Si lo insinúas, todo dudo. Si lo llegas a decir, todo dejo.
(a escondidas me dejo).

no he dejado... Pero que ganas.
El viento suave, vemos cachivaches en patios traseros.
Tempranillo, como te gusta. Un porro. La azotea que pintamos.




…a nuestros cuarenta quizá podremos.

Cada vez más.

. . . porque se irán de viaje. Porque callaste. Porque reí.

miércoles, 12 de agosto de 2009

una sala de espera

Dos billetes y una cajetilla de cigarros. Hace cinco años que no echo ni una calada pero los traigo por si te apetece fumar.
Sentado bajo un enorme 23 veo como los aviones despegan y otros caen como pájaros heridos buscando refugio.
Hay una niña encantada con las esquinas de su caja nueva. La madre creyó haberle regalado una barbie pero en realidad lo que le dio fue una muñeca.
De repente los sonidos se mezclan y estamos en el medio de una gran sinfonía, hace falta algo en todo esto.
Ahí vienes, la sonrisa lacónica con que abordas mi mirada me ha desarmado desde aquel verano.
Apaciguo los mares y quito las bolsas, para que te sientes aquí, a mi lado. No es necesario pedírtelo, tu lugar siempre ha estado a mi lado.
La niña abandona su nuevo castillo y toma tu cabello, parece fascinada con la forma –quién mejor que yo para entenderla- tú la dejas y le dices un secreto al oído.
No puedo ser cómplice de esa nueva aventura, tomo tu pierna, para que recuerdes que estoy aquí.
Volteas, tomas mi mano, es cálido tu tacto, aún traes el cobijo del café entre los dedos.
Cada vez que te digo gracias por un café, por pasarme la pimienta, por darme las monedas que dejé en el asiento… te digo eso que no necesita eco.

lunes, 3 de agosto de 2009

Septiembre

Sonó el despertador. La cafetera lista.

Preparamos las maletas, empaqué dos pantalones y 10 playeras.

Desayunamos pan tostado con fruta.

Me abrazas, no necesitas el humo, tienes mis labios.


Te veo al fondo de mi jugo.

Una sonrisa escapa, preguntas el motivo.

Tomo tu mano y sabes que lo he dicho.