Esa fantástica habilidad de llenar de lodo lo que más quieres por la jodida prisa de quererlo ya.
Porque sabes que él ha resistido lo intempestivo de tu estar. De los crímenes que no has cometido, de las penas que vas pagando.
Ese miedo de que él y solo él tenga las piernas fuertes para no caer.
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