martes, 12 de abril de 2011

Como una palabra que es leída muchas veces. De repente, sin que des cuenta de ello, pierde sentido. Las puntas de los dedos en oración repiten tu nombre. Tu nombre. Tu, hombre.
El rostro se borra entre todas las luces. Es imposible escapar del dolor, no hay aún un bolso donde esconder esto tan mío que pareciera ser tu voz.


La música abraza este lento y suave rasgar.


Y créeme, no movería un ápice esta historia, no cambiaría absolutamente nada.

Mi viejo amigo. Mi viejo amor. Mi viejo dolor. Mi viejo caminar.


Mi nuevo amor, mi nuevo dolor, mi nuevo danzar.



Fue ahí, en el medio de todos los animales y sabios que sentí la explosión que tanto cuidé de tu piel.


Como un animal herido pongo la cabeza entre mis piernas y abrazo la espalda con brazos de mar. Como animal herido (herido de vida) reposo los labios sobre mis cortes, mis pliegues.



Hoy se de vida. Se de esta muerte también.


Desde otros lugares que aquí no hay palabra para nombrar.

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