miércoles, 22 de julio de 2009

Común y Cación



El diván está puesto, no para ti. Te postras, abres la boca y empiezas a escupir todas las idioteces que se te vienen encima. Y las veo como te trepan y veo que quieren trepar en mí.
-Tengo tantas ganas de mear…- pienso mientras continúas el monólogo.
Crees que eres gracioso y los nervios te comen –nada más patético que un hombre queriendo encajar-.
No, aquí ya nada se puede encajar.
-Si, yo soy un luchador, un loco, un perseguido- dices mientras yo pretendo escuchar y veo como se mueve la hierba.

Es tan sencillo fingir prestar atención, a esos que mueren por hablar que hablan y sus bocas se agigantan, que creen saber estar.

-Tengo tantas ganas de sentir su cuerpo- a lo lejos tu chillante voz.
Entonces me ves directo a los ojos – ¿te gustaría tomar un café?-


-Lo que me gustaría sería dejarle penetrar . me-

Te miro directo a la oreja –Claro, otro día será- y sonrío educadamente.

Terminas, y te vas satisfecho de la gran plática que acabamos de “crear”.