No sé a qué carajos se juega cuando embisten las sábanas la húmeda evidencia de aquello que ha sido guardado.
Tirar zarpazos al aire para que arañen la espalda de aquel que aún no se sabe –lo deseado-.
Frenesí por el desnudo. Dibujar a carbón (en honor al polvo) los cuerpos que juegan a la bestia de cuatro piernas.
Una advertencia entre los muslos para todos sus miedos.