lunes, 30 de agosto de 2010

Despertó. El olor a un sexo de no sabía que hombre.

El asco, cuando es tan fuerte corroe la paciencia. Se lavó el cuerpo en penumbra para no saberlo entero. Dejó las llaves en la puerta. Dónde está.

Todo había penetrado. Ella había caído en cuentas.


No hay nadie aquí. Hace años que nadie para por acá. El olor, el nauseabundo olor que delata las memorias.

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