jueves, 19 de agosto de 2010

Decir que era una cuestión moral resultaba sencillo, de más. No, el asunto jamás fue ni será moral.

Está en otro plano, como una hoja sobre puesta. Sin bien, sin mal.

El sinsabor.


De los que pretenden.


Y esto que se queda a la orilla de la epidermis. Y esto que se dice cuando no hay nadie que escuche. Porque no son palabras con sonido. Son palabras que se mezclan con la tierra, con el agua. Llueven las paredes y anochece a toda hora.


Estos caminos que no fueron a Roma.

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