Todavía guardo mis secretos, unos cuantos que ni yo los sé, los descubro en el momento, son tan ocultos que ellos me encuentran a mi.
Y me da gusto que así sea, me es nefasto pensar que sé todo de mi, o que puede predecir mis actos, algunos si, otros muchos no.
Iba sola, fue extraño, a pesar de nunca haber estado ahí sentía que lo conocía al dedillo, en parte porque ella me lo relato entre sueños cientos de veces y por otro lado ya desde hace varios años era una fantasía intermitente.
No recuerdo bien si fue antes o después de la puerta del Sol, creo que antes, fue ahí que pude ver, desde lejos lo que tanto había soñado, al fin presente, silencioso, y en eso un acelere…se fue, rumorando que se escondería, pero yo bien sé que tengo cerebro de pichón, con una brújula que no me traiciona, que de una u otra manera me lleva a dónde quiero llegar.
Y así fue, recorrí lo que debe ser recorrido cuando no has estado ahí, desee bajarme en Atocha, no por la sangre, por la nostalgia; pensé en mucha gente, y luego no pensé nada.
La montaña de edificios parecía tragarse a la gente, pero yo me sentía mas fuerte que ellos, caminaba a prisa como ellos, suelo tener el paso acelerado, cuando no quiero llegar de verdad a ningún lado.
Corrí a la habitación dónde me hablaban las paredes, dónde se caían las maletas, me refresqué un poco y salí con el corazón a punto de brincar por los ojos, caminé de prisa y luego caí en cuenta de que a este lugar si quería de verdad llegar y bajé mis pasos, calmé mis manos y comencé a disfrutar cada paso, cada gesto, cada choque.
Estaba a unas cuadras, yo lo sabía, ya había pasado por ahí antes, pero no la encontraba, era como si corriera de mi, como si estuviera jugando con mi emoción, y yo pensaba – no, no preguntaré, este encuentro tiene que ser mío, solo mío- y entonces apareció, entre arcos y gente, se abría para mi, y yo me cerraba para el mundo, solo nosotros, apartados de todo.
Tun tun tun pap pap tuc tuc, el sonido que gustes para eso que enfría el pecho y acelera el corazón, entré poco a poco – tun tun tun- .
¡Al fin estoy aquí!, doy tres vueltas y me siento, -mi doble cortado por favor-.
La veo, al inicio no la creo, y la sorpresa se va enfriando a la par de mi café, juntos se transmutan en otra cosa, no peor, no mejor, simple y sencillamente otra cosa, la sorpresa fría es deliciosa al paladar.
Cierro los ojos para no estallar, comienzo a escribir para no llorar, al final lo hago, pero todo es felicidad.
No esperaba a nadie, fueron mis 6: 45 de la tarde.
1 comentario:
Vendeselo al cafe luna para que lo impriman en las cartas! saludos sselene! =)
Publicar un comentario