. . .¿Y cómo haría el ahora para poner la otra mejilla si se la han destrozado?
Es hoy cuando el mas burdo sonido de claxon acciona el gatillo, y me dueles de tantas maneras como te amo.
El rechinar de las llantas ahoga gritos, esta ciudad que grita sin voz, estas calles que tiemblan en penumbra, si, que retiemble en sus centros la tierra.
No es necesario pedirlo, está sucediendo.
Y yo, romántica como nunca sigo soñando en los gritos de paz. La piel se me crispa al escucharte, el más bélico de los cantos para esta tierra sedienta de laconismo.
¿Recuerdos para quién y de cual gloria?
Entre veredas busco voraz los héroes que me recuerden esta patria. Hace tiempo ya que no veo la televisión, me asquea, tanta mentira embarrada a través de una pantalla, tanta faramalla para simular este gran final de año.
Y todavía se atreven a decir que...”ahí vamos”.
Más que en el oriente caen por el menos de los pacíficos mares, el horizonte se tiñe de rojo ahora como nunca, el mar huele sal de todas sus lágrimas y yo ya no puedo ni siquiera llorar.
Tengo miedo, me aterra el sonido desesperado de sus corridos, la grandeza de su miseria.
Son las seis de la tarde, ellos vuelan a la copa del mas frondoso, necesito otra calada para soportar, los envidio, quisiera su viento para irme lejos, allá donde ellos hacen música y yo solo los observo.
Hemos enfermado de miedo, y solo así nos sentimos vivos, cuando en un acelerón se juega la muerte.
Para mi aun tienes 27, y después de “Y” sigues tu, y si… y si no fuese yo te nombraría aun, Zopilote.
Leyes absurdas que rijan el caos, vendas para todos mis hermanos. Porque si, la lucidez duele en este país de amnésicos.
Semana con semana olvidamos lo que va pudriendo nuestras casas, porque ahí viene el niñito Dios, y hoy si que lo arreglará todo.
Y soy repetitiva, lo sabes, el eco, jamás la voz.
Es hoy cuando el mas burdo sonido de claxon acciona el gatillo, y me dueles de tantas maneras como te amo.
El rechinar de las llantas ahoga gritos, esta ciudad que grita sin voz, estas calles que tiemblan en penumbra, si, que retiemble en sus centros la tierra.
No es necesario pedirlo, está sucediendo.
Y yo, romántica como nunca sigo soñando en los gritos de paz. La piel se me crispa al escucharte, el más bélico de los cantos para esta tierra sedienta de laconismo.
¿Recuerdos para quién y de cual gloria?
Entre veredas busco voraz los héroes que me recuerden esta patria. Hace tiempo ya que no veo la televisión, me asquea, tanta mentira embarrada a través de una pantalla, tanta faramalla para simular este gran final de año.
Y todavía se atreven a decir que...”ahí vamos”.
Más que en el oriente caen por el menos de los pacíficos mares, el horizonte se tiñe de rojo ahora como nunca, el mar huele sal de todas sus lágrimas y yo ya no puedo ni siquiera llorar.
Tengo miedo, me aterra el sonido desesperado de sus corridos, la grandeza de su miseria.
Son las seis de la tarde, ellos vuelan a la copa del mas frondoso, necesito otra calada para soportar, los envidio, quisiera su viento para irme lejos, allá donde ellos hacen música y yo solo los observo.
Hemos enfermado de miedo, y solo así nos sentimos vivos, cuando en un acelerón se juega la muerte.
Para mi aun tienes 27, y después de “Y” sigues tu, y si… y si no fuese yo te nombraría aun, Zopilote.
Leyes absurdas que rijan el caos, vendas para todos mis hermanos. Porque si, la lucidez duele en este país de amnésicos.
Semana con semana olvidamos lo que va pudriendo nuestras casas, porque ahí viene el niñito Dios, y hoy si que lo arreglará todo.
Y soy repetitiva, lo sabes, el eco, jamás la voz.
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