lunes, 8 de diciembre de 2008
Fue
Un disparo. Todos los perros corren y tú vas tras ellos, la cacería ha comenzado, colgados de tu cuello van los trozos de hiena que dimitió su cometido, es tuya ahora, la posees como trofeo, en el cuello, para que sude la no muerte que se ha vencido, para que te llene de la carroña que busca aun después de ser cuerpo.
Las uñas se despegan a cada paso, arde, despacio, y de repente va el otro trozo, el pie desnudo de feminidad se arrastra entre las ramas, la mirada siempre fija, busca algo en lo que pueda postrarse.
Niente.
Son un montón de burdas letras las que puedo acomodar, como repetición, un código de barras para no decir, para dejar entre las líneas eso que se constriñe como todo la pus que vive en mí, ese potencial fétido que se manifiesta al más pequeño error.
Por que tú lo sabes, para ser, para estar, para saber, para ser, para estar, para saber.
Y puedo ser mi cliché favorito y puedo entonces dejarte escuchar, y ahí tendrás ese hueco, ese del que te conté entre sueños, sin que me escucharas.
Porque te tumba el miedo, y lo sabes y te regocijas en ello. Si tan solo fueras un tanto mas de cinismo podríamos callar en paz.
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