martes, 8 de junio de 2010

Réquiem.

A cada paso del Elefante cae un trozo de su duro lomo. Va descarnando-se. Caen despacio las arrugas duras que lo cuidaban del Sol. Esas que conservaban fuerte su andar. Cae todo y ahora es en carne viva. Cae de a tirones la carne. Casi un esqueleto, casi un cuerpo.

El esqueleto paquidérmico es música ahora. Los huesos en polvo caen de a poco.

Un puñado de Elefante cae. Suave montaña son sus cenizas.


La tierra lo traga. Comienza a llover. Algo nace.

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