Hoy me la he pasado de fisgona entre las letras de otra gente. Me llaman la atención las que son al putazo, sin tanta vuelta, me gustan porque yo doy muchas vueltas y a veces no llego a decir nada. Como aquí, que no escribo en primera persona jamás, hasta hace uno o dos. El de hoy por ejemplo. Y lo hago por esas jodidas ganas de escribir aquí como si por arte de magia algo fuese a pasar en el universo y en una hora más que seguramente ya esté bien metida con Morfeo mi vida sea mas entretenida y me crea lo que leo.
Porque es un vicio llevarse por las letras, porque a veces los libros parecen mas vida que lo que hay fuera de mi alcoba. Y ahora ya no sé si estoy mintiendo, o si solo estoy de pinche dramática porque es fin de año y no tendré aguinaldo, porque comenzaron a importarme pendejadas que antes no me importaban. Y ahora resulta que hasta aquí tengo que cuidar las palabras – no vaya a ser-.
Pues es.
Y mi mano izquierda no funciona – no hay pedo, yo soy derecha- derecha nomás para escribir, para lo otro me sale lo siniestra, como a los pobres zurdos que los mataban, que me maten la mano.
-“Yo cargo mi bicicleta, la puedo, siempre la he podido. La canasta, duele, duele mucho”.-
Me gusta vendarme porque nunca me he lastimado, cuando niña me encantaba ponerme vendas viejas y jugar a que estaba lastimada, porque siempre he sido una chillona, porque me gusta jugar a que siento cuando no me llega nada. Porque no estoy triste, no estoy enojada, soy una banca en la plaza, soy aburrida, ni siquiera nefasta.
1 comentario:
Aaaaah, si, es un arte transmitir algo. Que caso tiene aprender palabras si nunca se encuentra la forma de acomodarlas para decir lo que sentimos.
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